lunes, 27 de julio de 2015

Cría Cuervas de Gabriela Rivera: maternidad y crianza como acciones para la rebelión*

Por Stella Salinero y Mónica Salinero**
La exposición internacional New Maternalisms: Maternidades y nuevos feminismos, curada por Natalie Loveless y Soledad Novoa se exhibió en el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Chile y abordó desde diversas miradas este tema que es y ha sido espinoso para las reflexiones feministas. Lo anterior, por los múltiples efectos que ha tenido en la reducción de las mujeres al ámbito del hogar. Como sabemos, ésta se ha justificado a través de una argumentación que posiciona a modo de extensión maternidad- labores domésticas- subordinación. Por consiguiente la maternidad, los cuidados domésticos y el hogar, se han constituido durante mucho tiempo como sinónimos de lo femenino asociados con determinadas expectativas normativas y valóricas sobre el comportamiento de las mujeres en estos ámbitos y su significación dentro de nuestra sociedad. Su tratamiento entonces requiere de una reflexión sagaz que no conduzca la maternidad a los extremos de una definición esencialista de lo femenino. Por ello nos preguntamos ¿cómo acercarse a ella y no caer en los lugares comunes de la abnegación, el heroísmo e incondicionalidad del amor materno por una lado, y de la culpa o la victimización, por otro? ¿cómo hacer de la maternidad un espacio de debate y lucha, e incluso de autonomía y transformaciones? y por último ¿cómo el arte podría expresar o problematizar esto al mismo tiempo?
No pretendemos dar una respuesta a cada una de las interrogantes antes propuestas, sino tomarlas como puntos de partida posibles en que pueden ser leídas obras como las que se presentan en la exposición New Maternalisms. En ésta participan artistas de Canadá, EEUU, Inglaterra, Finlandia y Chile, quienes desde la performance, el video, la instalación y la fotografía desplegaron sus posturas, visiones y experiencias sobre lo que es ser madre y, por añadidura, artista en nuestra sociedad. Pensamos que es en el enfrentamiento con la visión hegemónica de la maternidad desde donde podría surgir la crítica, el diálogo o bien la rebelión que expresan las piezas expuestas. A modo general observamos algunos elementos formales repetitivos en las obras, como por ejemplo el protagonismo de colores como el blanco y el rosa (obras de Alejandra Ugarte, Chile, y Alejandra Herrera, Chile) lo que sin duda no es una casualidad, debido a su relación con la idea de pureza y lo femenino, así también como significante de la leche materna y por consiguiente de la función nutricia de las madres. En esta misma línea, varias obras apelan gráficamente al peso de las tareas domésticas que hasta el día de hoy conlleva la maternidad (performances de Courtney Kessel, EEUU., o la ya mencionada de Herrera) lo que es señal de una necesidad urgente de redefinición de los roles de género.  
Aun cuando hay una primacía del video y la performance, la muestra cuenta con una instalación de la artista chilena Gabriela Rivera, que se distancia tanto del medio como de los colores y temas predominantes. Utilizando la fotografía de gran formato como soporte principal y los colores oscuros, Rivera en su obra “Cría cuervas” (2014) nos presenta una instalación compuesta por tres fotografías de retratos antecedidas por una mesa donde se colocaron tres cabezas cubiertas cada una con una máscara de cuero crudo de animal sobre base de terciopelo individuales. En la serie de fotografías, observamos tres escenas diferentes protagonizadas por tres personajes que llevan las mismas máscaras que aludimos, y posan desnudos delante de un fondo negro. La instalación además cubre otro sentido, el olfato, ya que las máscaras debido a su tratamiento para ser embalsamadas, inundan el ambiente con el olor nauseabundo que expelen. Cuestión que contribuye a crear una atmósfera que resalta el efecto abyecto que en primera instancia nos provocan las fotografías.   

Distintos aspectos del desarrollo de la obra de Rivera se conjugan en esta instalación en las que utiliza sus significantes predilectos; la carne cruda (específicamente el cuero de pollo y otras partes como lenguas, etc.), la costura, la piel humana y el cuerpo. El modo en que trabaja particularmente el retrato fotográfico nos sugiere una escena ritual, en ésta participan una mujer joven, otra madura y una niña, las que son Rivera, su madre y su hija: un clan unido por la matrilinealidad. Específicamente la costura como acto nos retrotrae a fotogramas de su videopoema "Carne floreciendo por las puas"(2008) en la que la artista cose pedazos de carne de forma pausada y metódica sobre una mesa de disección. Así, las máscaras fueron confeccionadas a mano por la artista, en un proceso cuidadoso de selección de materiales, corte y costura. Además, el tipo de piel utilizada, la evidencia de la costura en el notorio hilo negro y el tratamiento del fondo, nos llevan a su serie anterior "Bestiario" (2012). En ésta la artista juega y le da carne a las formas populares degradantes de referirse a las mujeres, sobre todo las que se alejan de los estereotipos de belleza o de comportamiento (cerda, pájara, mosca muerta, víbora), ofreciéndonos imágenes monstruosas, repugnantes y al mismo tiempo fantásticas. Y, en la pieza que aquí nos ocupa, Rivera vuelve a dirigir la mirada hacia la fuerza visual de las palabras, la creación de realidades a través del nombrar, feminizando el dicho popular "cría cuervos y te sacarán los ojos", que como ya sabemos lleva por título esta pieza.  

En las fotografías de “Cría cuervos” se observan instrumentos (aguja e hilo) y acciones de costura, lo que es en parte una referencia a una actividad que en el hogar realizan principalmente las mujeres. Por otra parte, la costura nos permite reflexionar en torno a su dimensión metafórica, al señalar su paralelo con la creación y construcción asociada a la maternidad y la crianza. En este punto sería interesante acotar lo que la misma autora expone respecto al uso de este recurso en su obra: "la costura como un elemento que todo lo regenera, pero que a la vez evidencia la fractura, si algo se rompió se puede coser o zurcir, pero la marca siempre queda" (Entrevista Gabriela Rivera, 2014). En este sentido la crianza entendida como los cuidados y la transferencia, deliberada o no, de valores, patrones, referentes, creencias sociales, políticas y religiosas, es un proceso que a través de la repetición, de generación en generación, colabora de forma determinante en la constitución de las personas, mujeres y hombres, y por tanto también de su medio y sus relaciones. Podemos entender que la costura así como la crianza son actos rituales que dan forma (en cada puntada y en cada acto repetitivo) y que aquellas fracturas que quedan a modo de marcas, como señala la artista, bien pueden ser la evidencia del cambio, de las dificultades e incluso contradicciones que todo proceso de constitución de sujeto contiene, especialmente para las mujeres en una sociedad patriarcal.
Al estilo de una fotonarración, estas tres imágenes nos hablan de la iteración de ese acto en la historia y, junto con ello, de las posibilidades de que se produzcan cambios a través de esas costuras que hacen la diferencia entre un rostro y otro, una forma de ser y otra. Es entonces que aparece la crianza como un modo subversivo de vida, que puede generar seres abyectos, seres que se escapan de las normas, de las expectativas y mandatos de género y clase: ¡Cría cuervas… para que les saquen los ojos!. Con esta lectura, la obra nos conduce a reflexionar en torno a la maternidad y la crianza como actos rebeldes, como un acto casi mágico que se encuentra en el inconsciente -oscuridad. En este sentido, también, cobra importancia el ritual y la máscara como portadores de lo fantástico y de la pertenencia a un linaje, a un clan, como ya se expuso más arriba. Las cuervas son animales oscuros que cargan con una connotación negativa, alejadas de toda idea occidental de maternidad y feminidad dominante (las mujeres rebeldes tienen siempre alguna connotación oscura y negativa para los ojos de la dominación), recuerdan los saberes ocultos y subversivos que toda maternidad/ crianza/ construcción puede poner en práctica, cambiando las visiones, resignificando un proceso que no es sólo cuidar, sino que es sobre todo dar forma al mundo.

Estas acciones que dan forma al mundo son muy parecidas a lo que hacen las y los artistas cuando construyen una obra política, disponiendo de objetos del mundo y poniéndolos ante nuestros sentidos en una nueva relación de significación. Crean algo nuevo, una nueva posibilidad de entender nuestro mundo sensible y cómo se ordena, al modo en que lo ha postulado Rancière. “Cría cuervas” es una obra que pone en relación los aspectos políticos de la maternidad y las artes, sitúa ante los sentidos para la reflexión esos aspectos que se suelen mantener en la oscuridad y el silencio cuando se trata de la maternidad y la estética. Por ello para nosotras la tercera fotografía, en que la pequeña cuerva-bestia nos mira fijamente con la aguja en su mano, conjura la continuación de este ritual con potencial subversivo.
*Publicado en Atlas Imaginarios visuales agosto de 2014.
**Mónica Salinero Rates. Maestranta Artes Visuales UNAM, Socióloga U. de Chile, se ha dedicado a investigaciones sobre arte y política. Ha curado y participado en exposiciones de arte contemporáneo.