Primera
comunión es un recorrido por las obras de la artista chilena
Zaida González1.
Estas fotografías muestran una voluntad de transgresión que se
materializa en una forma particular de comprender y representar el
cuerpo y la sexualidad, en donde una imaginería fetichista se
conjuga con la inversión de la iconografía cristiana.
Las
fotografías de Zaida González producen un extraño encantamiento.
Los intensos colores, brillos y texturas conforman la atmósfera de
escenas teatrales e irreverentes protagonizadas por mujeres y hombres
comunes de distintas edades. El pequeñísimo formato que ha elegido,
las asemeja tanto a estampitas religiosas como a los grabados
eróticos que circulaban en el siglo XVIII y XIX para disfrute
masculino.González mezcla y reactualiza en cada serie los artilugios
místicos y los de la seducción, entregándonos sabrosas imágenes
híbridas que tratan paródicamente la sexualidad, el matrimonio, la
maternidad o la experiencia religiosa. Lo que más me atrae de sus
imágenes es la forma en que representa a las mujeres: libres,
graciosas, sensuales y poderosas.
Las
veinticinco fotografías aquí reunidas están coloreadas a mano y
pintadas con barniz de uñas para dar los toques de brillos que
acentúan corazones, estrellitas, aureolas, coronas, animalitos de
plástico o máscaras. Por ellas desfilan una multiplicidad de
personajes emanados de la cultura popular, delineados por su peculiar
mirada crítica hacia los estereotipos que limitan cuerpos y sujetos.
Ya la ironía de ver a una blanca nieves en su (des)perfecta
belleza -una blanca nieves vieja- tendida en una sugerente pose
mientras los enanos revolotean a su alrededor.También en este
recorrido conocemos la picaresca pareja que forman Cuniculi2
recién casados. Vemos imágenes religiosas como imágenes
pornográficas: una monja entre sus pechos presiona un crucifijo al
que quiere tocar con su lengua rosa, o dos jóvenes religiosas
masturban a un cristo que parece recién llegado de una juerga. En
todas estas imágenes pezones, bocas y mejillas son destacadas de
forma juguetona, con ingenua coquetería, lo que las vuelve frescas y
alegres.
En la serie Tetamorfosis prótesis
mamarias ofrecen una feminidad monstruosa en conjunto con una serie
de artículos ortopédicos; las prótesis cubren los ojos, el pecho,
e incluso las piernas. Se convierten en parte del corsé en ese
magnífico autorretrato de la artista como pirata, donde una
minúscula teta hace la vez de parche en su ojo. En otras, los zonas
erógenas masculinas y femeninas crean el rostro de una
matrona/virgen con su jirafa hija, o su perro hijo u otra, en la que una chica
para lograr su erótica pose se ayuda de una muleta y además utiliza
un corsé ortopédico.
Zaida
González desarrolla una mirada cómica sobre la pornografía y la
religión; una risa sobre las convenciones sacude toda su obra.
*Este
texto lo escribí para el catálogo de la exposición
Primera Comunión (2012) que organizé para la galería de arte contemporáneo Serpente en
Porto, Portugal.
1.Esta
exposición es una selección de obras de las series Primera Comunión
(2000), Tetamorfósis (2001) y Zoonosis Zoofílica. A pesar de ser
series de hace más de diez años, algunas piezas nunca antes fueron
exhibidas.
2.Del
latin Cuniculi proviene el nombre conejo, la artista es además
Veterinaria, de allí su comprende también su interés por integrar
animales y nombres de animales en sus obras.